¿Camino de Grecia o de Yugoslavia?

Al ver la situación española actual es inevitable acordarse de las chapuzas perpetradas en 1977. Sin embargo, a medida que pasan los años, quedarnos en eso empieza a ser tan absurdo como la pretensión de algunos de reescribir la historia a partir de una Segunda República presuntamente democrática y rota por un golpe militar de carácter fascista. Naturalmente ni los hechos de la Segunda República la califican como democrática ni las conductas fascistas se dieron en uno solo de los bandos en la guerra.

Esta vieja idea permanecía en 1977, cuando unos se reclamaban herederos de una legitimidad republicana y otros se veían acomplejados por haber vivido bien o muy bien al amparo del régimen que salió de la guerra. La consecuencia fue una transición en la que haber estado en contra de Franco -a veces con decir que se había estado era suficiente- bastaba para adornarse con credenciales democráticas. Al amparo de esas credenciales, en muchos casos falsas, hubo grupos que fueron tomando ventaja a pesar de que su comportamiento no los cualificaba como tales demócratas. Entre estos grupos, merecen una especial mención los nacionalistas. Si alguien duda de esto, le invito a la lectura de la obra de Sabino Arana y a una reflexión sobre si puede ser considerado democrático un partido nacido de tales ideas.

Por supuesto, lo mismo se puede decir del fundador del PSOE Pablo Iglesias y, en cuanto al PP, puede hacerse un silogismo: No todos los del PP proceden del antiguo régimen pero casi todos los que estaban con el antiguo régimen recalaron en el PP…con excepción de algunos notables altos cargos del PSOE entre los que figuran Bono, Fernández de la Vega o Bermejo y que también tenían una relación muy cercana con el franquismo.

Tras el desmembramiento de UCD, las mayorías absolutas del PSOE podrían haber permitido reconducir esa situación generada en 1977 y que era una amenaza latente para el modelo de Estado. Sin embargo, en lugar de esto lo que se hizo es anular virtualmente la división de poderes -cosa que no corregiría el PP cuando, más tarde, tuvo su propia mayoría absoluta ni parece que vaya camino de hacerlo ahora- y, en su lugar, quedó consagrada una situación de bipartidismo en la que, si no había mayoría absoluta, la llave del gobierno quedaba en manos de los nacionalistas.

Los años de Zapatero han llevado al PSOE  a un nivel de descrédito cuya recuperación es muy difícil salvo que los ciudadanos españoles hagan tal gala de falta de memoria que estén dispuestos a escuchar a su mano derecha, Rubalcaba, cuyas acciones como tal mano derecha le deberían llevar, como mínimo, a un abandono de la actividad política. Ese descrédito es el que llevó a una mayoría absoluta del PP y a Rajoy a la Moncloa.

Se dice que la democracia no garantiza un buen gobierno sino la posibilidad de librarse de uno malo; pues bien, es dudoso que muchos de los que votaron a Rajoy lo hicieran por el fervor que éste levantaba sino porque lo vieron como la única opción de librarse de Zapatero. Sin embargo, si las dotes políticas e intelectuales de Zapatero eran bien visibles desde antes de que llegase al poder -no cabía la sorpresa que más tarde alegaron muchos- el carácter dubitativo y la falta de resolución de Rajoy eran igualmente visibles antes de que llegase al poder. El PSOE con Zapatero se ganó a pulso su actual descrédito pero el PP con Rajoy lleva camino de superarlo y conseguir ese mismo descrédito en menos tiempo todavía.

Si alguien lo recuerda, en Grecia no hace aún demasiado tiempo había un esquema que funcionaba basado en el bipartidismo. El descrédito de los dos grandes partidos conduciría a una situación en la que empezaron a salir partidos como setas -incluidos partidos abiertamente nazis y comunistas- haciendo imposible gobernar el país. ¿Qué tenemos en España? Dos grandes partidos desacreditados hasta el límite y la emergencia de nuevas formaciones o el crecimiento de otras pequeñas: Julio Anguita acaba de anunciar su vuelta a la política fuera de Izquierda Unida y con una formación que pretende ser transversal, UPyD se ha comportado desde sus inicios más como una plataforma también transversal que como un partido, Izquierda Unida está creciendo y radicalizándose al mismo tiempo, queda por saber qué hará Esperanza Aguirre una vez que tenga a su delfín consolidado y sin que lo torpedeen desde su propio partido y es de esperar que, además de los nacionalistas cada vez más subidos al monte, aparezcan también otras formaciones, incluida la extrema derecha que hasta el momento ha sido marginal en España.

No es un buen escenario para el futuro de ningún país pero, desde luego, se presenta como bastante probable en España y, a pesar de no ser bueno, hay peores opciones: Lo ocurrido en los Balcanes. El permanente juego de ventaja del nacionalismo encuentra ya respuestas en los lugares donde no ha calado. Si alguien duda lo del juego de ventaja, creo que basta con recordar lo que están diciendo ahora mismo muchos de los que abogan por la independencia de Cataluña: Independencia sí pero…dentro de Europa, del euro y con el Barcelona jugando la Liga española. ¡Olé!

Somos muchos los que pensamos que la situación nacida en 1977 ha dado lugar a conflictos que no por fabricados son menos reales y que tal vez sí era buena idea la secesión pero…si quieren entrar en la Unión Europea y en el euro, que se vayan con su deuda y que sigan el mismo camino que han seguido todos los países para su incorporación y, por supuesto, el Barcelona puede jugar la Liga con el Palafrugell pero no tiene sentido alguno que juegue la de un país extranjero. En caso de un referendum, probablemente la mejor garantía de que salga una respuesta favorable a la independencia es hoy que el referendum se haga en toda España. En su momento, Ibarreche se llenó la boca con el «ámbito vasco de decisión» pero hoy, si reclamase la independencia, seguro que no les interesaba eso sino, por el contrario, un referendum conforme a la Constitución y en toda España.

Sin embargo, la idea joseantoniana del «España es una unidad de destino en lo universal» sigue teniendo también sus adeptos, dentro y fuera de las zonas conflictivas gracias a los nacionalismos, que no están dispuestos a permitir que España se trocee.  Este enfrentamiento de posturas sin que quepa punto de acuerdo alguno es el que muestra también que la situación que se produjo en los Balcanes podría también repetirse en España.

La chapuza nacida en 1977 no sirve; de hecho no servía ya en el momento de su nacimiento en que sólo se pensó en el riesgo del cuartelazo pero no en otros riesgos más de largo plazo cuya evolución nos ha traído hasta el momento en que estamos. No es momento de locos ni de débiles sino de afrontar los problemas y de darles soluciones duraderas. ¿Pasan por la fragmentación de España? Sea, si ésa es la mejor solución para todos. ¿Pasan por un modelo de Estado radicalmente distinto? Perfecto. Lo que sí está claro es que lo que hay no vale y el camino emprendido desde 1977, corregido y aumentado por la inepcia y el sectarismo de Zapatero y por la indecisión de Rajoy nos lleva a lugares en los que probablemente ninguno querríamos estar.

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